En medio de un mundo saturado de estímulos, Prada apuesta por un cambio de tono. Con su colección menswear Primavera-Verano 2026 bajo el título “A Change of Tone”, Miuccia Prada y Raf Simons proponen una nueva forma de habitar la moda: más introspectiva, más humana, sensorial y enraizada en lo esencial. Lejos del poder agresivo de temporadas pasadas, este desfile sugiere que la verdadera radicalidad está en la suavidad, en los gestos silenciosos y en las prendas que fluyen con el entorno.
Una nueva sensibilidad emocional
El escenario el Deposito de la Fondazione Prada en Milán fue el primer indicador de esta transformación. Por primera vez, el espacio se mostró sin artificios: paredes de concreto expuestas, luz natural colándose por las ventanas y una atmósfera que rozaba lo espiritual. El soundtrack no fue techno ni experimental, sino un paisaje sonoro etéreo con sonidos de pájaros y campanas, como un guiño a la calma que tanto anhelamos en tiempos sobre estimulados.
Moda sin rigidez y con libertad
La colección Prada SS26 reconfigura los códigos tradicionales del vestir masculino. No hay reglas, solo impulsos estéticos. Bermudas tipo bañador se combinan con camisas oversize ilustradas como postales marinas; camisas militares alargadas se transforman en túnicas urbanas, y piezas típicas del gimnasio dialogan con trajes relajados.
La inspiración se lee en clave poética: “el último baño”, “el lago de los enamorados”. Y sin embargo, todo está medido con precisión: cada outfit transmite una sensación de espontaneidad calculada. El resultado es una armonía no conformista, una narrativa visual que libera al cuerpo de la rigidez.
Este enfoque propone una moda sin etiquetas: ¿es ropa de playa o de oficina? ¿es vacacional o ejecutiva? No importa. Prada nos dice que podemos vestir con autenticidad sin necesidad de justificarlo.
El arte de vestirse con conciencia
Hay una intención clara en cada silueta: la de no impresionar, sino conectar. Shorts mínimos contrastan con sweaters envolventes, camisas formales se combinan con sombreros de paja invertida como sacados de un picnic en otra galaxia. Todo parece espontáneo, pero está meticulosamente construido para transmitir una sensación de bienestar, de control informal, de elegancia que no exige atención.
No hay aquí una silueta dominante, sino múltiples microhistorias vestibles. Como diría Baudrillard, esta colección persigue la verdad: nada está sobrecargado, nada está de más. Todo vibra con la individualidad del que se viste para sí mismo, reforzando un gesto de libertad estilística.
Un manifiesto de quietud contemporánea
Más que una colección, Prada Primavera-Verano 2026 es una experiencia emocional. Es la sensación de volver de la playa, con arena en los zapatos y llamadas sin contestar. Es la ropa de quien domina el arte de vestirse con naturalidad, sin pretensiones, con el estilo que solo dan la madurez y la introspección. Es el uniforme vacacional de un hombre que ya no necesita explicar su estilo porque lo encarna.
En medio de una atmósfera saturada contra el tiempo, Prada propone parar. Respirar. Volver al origen. No a través del minimalismo vacío, sino desde una nueva espiritualidad visual. En tiempos donde todo se sobreproduce, esta colección actúa como antídoto: menos gritos, más significado. Menos ornamento, más intención. Nos recuerda que, a veces, el verdadero lujo está en lo simple: sentir los pies tocando el suelo, la piel al sol, o la ternura de una prenda bien hecha. Es una oda al presente. A lo que realmente es esencial.