En un mundo donde las tendencias cambian con cada temporada, Hermès sigue siendo sinónimo de lujo eterno. Fundada en 1837 por Thierry Hermès como un pequeño taller de guarnicionería en París, la maison nació para servir a la élite ecuestre. Lo que comenzó con sillas de montar y arreos finos, pronto se transformó en una de las casas de moda más exclusivas y admiradas del planeta.
De los carruajes al clóset más codiciado del mundo
Con la llegada de Émile-Maurice Hermès, nieto del fundador, la marca dio un salto hacia el mundo del cuero y la marroquinería. Fue él quien introdujo la primera cremallera en bolsos de lujo, un detalle que revolucionó la funcionalidad y el diseño.
En 1929, Hermès presentó su primera colección de moda femenina y, para 1937, las carrés de seda (los icónicos pañuelos) ya se habían convertido en piezas de deseo mundial. Cada uno se fabrica en Lyon con un proceso artesanal de más de 30 pasos y diseños que hoy son coleccionables.
El símbolo de un estatus, no solo de estilo
Tener un bolso Hermès no es una compra, es una conquista. La maison ha perfeccionado el arte de la exclusividad: no cualquiera puede adquirir una de sus piezas. Para conseguir un Birkin o un Kelly, no basta con el dinero: se necesita historia con la marca, paciencia y, sobre todo, una invitación.
El Birkin Bag, creado en 1984 tras un encuentro fortuito entre Jane Birkin y el presidente de Hermès, Jean-Louis Dumas, se convirtió en un mito del lujo. Hecho completamente a mano por un solo artesano, puede tardar entre 18 y 24 horas en completarse. Su rareza ha hecho que algunos modelos superen los 500.000 dólares en subastas.
Por su parte, el Kelly Bag popularizado por Grace Kelly en los años 50 mantiene un aura de elegancia intocable. Más discreto, más estructurado, pero igualmente codiciado.
A ellos se suman modelos como el Picotin, inspirado en los cubos para alimentar caballos; o el Constance, con su cierre en forma de H, símbolo instantáneo del chic parisino.
Cada pieza Hermès representa una filosofía: la del tiempo, el oficio y la perfección. Ningún logo estridente, ninguna prisa por innovar. Solo calidad, artesanía y deseo.
La alta costura de la discreción
Hermès no sigue las reglas del lujo moderno: las dicta. Mientras otras casas corren detrás de las tendencias, Hermès mantiene su independencia y discreción como emblema. Cada colección respira coherencia, desde las sillas de montar hasta los perfumes, pasando por la joyería y la moda prêt-à-porter.
Desde 1988, la línea masculina estuvo a cargo de Véronique Nichanian, quien elevó el estilo del hombre Hermès a un nivel de elegancia tranquila y sofisticada. En 2025, se anunció que Grace Wales Bonner, la diseñadora británica detrás de su propia marca y colaboradora de Adidas, tomará su lugar. Su debut está previsto para enero de 2027, marcando una nueva era en la historia de la maison.
En la línea femenina, la dirección creativa está en manos de Nadège Vanhee-Cybulski, quien ha sabido equilibrar la herencia artesanal con una estética contemporánea que celebra la libertad y el movimiento.
Más que lujo: legado, arte y deseo
Hermès no solo vende productos: ofrece una experiencia emocional y un estatus silencioso. Cada pieza lleva la huella de un artesano, el peso de una historia y la promesa de trascender modas.
Su verdadera magia está en lo que no dice: no necesita campañas masivas ni celebridades en exceso. La discreción es su lenguaje, y el deseo su firma. Porque en Hermès, el lujo no se presume.
Se hereda.