Marty Supreme, la nueva película protagonizada por Timothée Chalamet, no llegó en silencio. Llegó con ruido, con imagen y con una estrategia que convirtió su estreno en un verdadero evento cultural. Desde semanas antes de su llegada a los cines, el proyecto ya estaba en todas partes, construyendo expectativa a través de moda, música y acciones que rompieron el molde tradicional del marketing cinematográfico.
Vimos jackets creadas por A24 en colaboración con NAHMIAS especialmente para la película aparecer en celebridades, un avión gigante surcando el cielo con el nombre del film, y a Timothée posando sobre la icónica esfera de Las Vegas como si fuera parte del universo visual de Marty Supreme. No eran anuncios directos, eran escenas casi performances que alimentaban el imaginario alrededor del proyecto.
La música también fue parte del relato. Una canción junto a EsDeeKid apareció como otro guiño cultural que conectaba la película con una audiencia más amplia, más joven, más digital. No se trataba solo de vender una historia, sino de construir una atmósfera.
El tráiler, lanzado semanas antes del estreno, ya había dejado claro que esto no iba a pasar desapercibido. Cada imagen, cada estilismo y cada aparición pública reforzaban la misma idea: Marty Supreme no buscaba solo espectadores, buscaba conversación.
Timothée Chalamet dijo alguna vez que estaba aquí para ser uno de los mejores. Y viendo cómo convirtió el estreno del 25 de diciembre en un fenómeno que mezcló cine, moda y cultura pop, queda claro que no lo dijo al azar.




